En la cumbre del Grupo de los Ocho (G-8) países más poderosos, que se celebra en esta central ciudad italiana, hay señales de progresos hacia un acuerdo sobre los nuevos términos del comercio internacional.
La Ronda de Doha de negociaciones comerciales se ha visto obstaculizada desde su lanzamiento en 2001 en la capital qatarí por desacuerdos fundamentales entre los países industrializados y los del Sur en desarrollo.
O, como se ve aquí en Italia, entre los del G-8 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón y Rusia), representando al Norte, y al Grupo de los Cinco (G-5) países portavoces de las economías emergentes (Brasil, China, India, México y Sudáfrica).
Un foro entre el G-8 y el G-5 parece ser un buen lugar para intentar sortear las dificultades, pues se trata de negociaciones de alto nivel, no entre técnicos y burócratas del comercio.
Las naciones industrializadas hasta ahora se han negado a eliminar sus subsidios a la agricultura, estimados por algunos en unos 350.000 millones de dólares al año sumados en América del Norte, Japón y Europa.
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Por su parte, los países del Sur se niegan a abrir sus mercados a los bienes agrícolas del Norte, señalando que estos productos más baratos causarían la ruina a sus pequeños granjeros.
Además, se quejan de las dificultades que sufren sus productos para ingresar al Norte, en parte debido a los subsidios. También se niegan a abrir libremente sus fronteras a los bienes industriales de las naciones ricas.
El G-8 ahora está considerando una solución. "Nos comprometemos a alcanzar una rápida, ambiciosa, equilibrada y completa conclusión a la Agenda de Doha para el Desarrollo", señaló el grupo en un comunicado el miércoles, con respaldo del G-5.
Algo parece haber cambiado, pero todavía es demasiado pronto para saber precisamente en qué consistiría el acuerdo. Al menos esta cumbre, que terminará este viernes, podría darle a las negociaciones comerciales internacionales el impulso político que tanto necesitan.
Ya antes de LAquila había indicios de novedades.
"El punto muerto ha terminado", había afirmado contundente el nuevo ministro de Comercio de India, Anand Sharma, unas semanas antes de la cumbre. No dijo precisamente cómo, pero sus declaraciones podrían indicar un cambio de postura respecto de la asumida por su predecesor, Kamal Nath, quien fue transferido a otra cartera luego de que el Partido del Congreso fuera reelecto en el gobierno en mayo pasado.
En este nuevo periodo, el gobierno indio no parece tan dependiente de sus aliados de izquierda, que se oponían insistentemente a las demandas del Norte en la Ronda de Doha.
Kamal Nath se había trabado en una disputa sin fin con Peter Mandelson, ex comisario de Comercio de la Unión Europea. Ahora hay nuevos rostros en las conversaciones, y usan un nuevo lenguaje.
Donde se espera que los países del Sur cedan es en su tradicional insistencia de acabar con los subsidios del Norte, ya que parece claro que estos no serán eliminados, muchos menos en un plazo determinado, como demandan. La salida quizás pueda ser una simple aceptación de que los agricultores de las naciones ricas necesitan asistencia.
El G-5 divulgó una declaración en la cumbre con una fuerte retórica. Insistió en que la Ronda de Doha es para el desarrollo, no sólo para el comercio.
"Estamos convencidos de que la conclusión exitosa de la Ronda de Doha sobre la base de su mandato por el desarrollo le dará un gran estímulo a la restauración de la confianza de los mercados mundiales e inhibirá las tendencias proteccionistas emergentes, particularmente dañinas para los países" del Sur, indica el texto.
La Ronda "debe proveer un real y mejorado acceso a los mercados para los productos y servicios de los países en desarrollo, y también asegurar resultados significativos donde están las más grandes distorsiones, eliminando las subvenciones a las exportaciones y acabando con los masivos subsidios de las naciones industrializadas, que distorsionan el comercio", añade.
Hablando estrictamente, esto no quiere decir que el G-5 diga una cosa y haga otra. Ha dejado abiertos a la discusión, por ejemplo, el grado y el tiempo en que los subsidios deberían ser eliminados. No obstante, continuará con su reclamo. El resto es asunto de legítima negociación "en el contexto de un transparente e inclusivo proceso multilateral".
Al menos, se trata de un movimiento. Se lo puede interpretar como transigir, o se le puede llamar realismo.